Las situaciones de caos y nervios al sentarse a la
mesa, entre otros factores, son origen del rechazo de los pequeños a los
alimentos.
"Si
estos episodios de transición se viven con estrés, pueden desembocar en un
trastorno de la conducta alimentaría", afirma Sonia Fernández, médico adjunta
especialista en Gastroenterología Infantil del Servicio de Pediatría del
Hospital Universitario Severo Ochoa de Madrid: "Se debe determinar si la patología
es orgánica o funcional. A esta última pertenece el 90% de los casos
PADRES ESTRESADOS, MALA ALIMENTACIÓN